lunes, 30 de noviembre de 2009

Prólogo

              Cuando mis amigos, los participantes en este libro conformado como una antología de cuatro poetas, me invitaron a prologar su obra, mi primer sentimiento, como no podría ser de otro modo, fue de agradecimiento y mi primera reflexión la de pensar si una nueva antología era oportuna. Es decir, sencillamente, si una nueva antología iba a aportar algo nuevo a este mundo proceloso de la creación poética.

              Si como ha dicho algún crítico literario, “una antología no es más que un error”, la poesía, o más bien la historia de la poesía en español de los últimos 50 años, está francamente plagada de errores. Aunque algo de cierto pueda haber en tan arriesgada afirmación, lo innegable es que las antologías poéticas cumplieron y siguen cumpliendo su misión. Si vamos a hacer caso de otro crítico, la historia de la creación poética en el español de los últimos 50 años no se entendería si no se contemplara como “una historia de las sucesivas antologías de poesía”. Por tanto, una antología no tiene por que ser necesariamente un error. Al menos no lo es como pecado original. Otra cosa es la excelsa divagación al uso. O, tal vez, ese abuso que hace concebir muchas antologías como una variopinta reunión de "poesía de mujeres","poesía de adolescentes","poesía de poetas letraheridos","poesía de género","plagiarios y amantes del fanfic","anarcopoetas","culturalismo poético","prosaísmo lírico","poesía del irracionalismo cognitivo" y un largo etcétera.... que a duras penas y en el mejor de los casos, la mayor novedad que aportan no es más que un sencillo listado.
              Cuando una antología en la que participan varios autores, lo que trata es de fijar el canon, es decir, de fijar las reglas de su propia concepción literaria, no sólo es procedente, sino que incluso puede servir como arranque o basamento de toda una poética, sin discutir si ésta será viable o no.
Pero en este siglo XXI, en el que la globalización de nuestro mundo también ha llegado a la literatura y por supuesto a la poesía, la concepción de una antología ha llegado a tener un concepto diferente. Y algo tiene que ver en esto la inmediatez de la palabra que conlleva la existencia de Internet, frecuentemente denominada "red de redes". Ahora podemos hablar con toda tranquilidad de poesía en español sin ninguna barrera. Ni nacional, ni política, ni religiosa, ni otras. Un poeta español se ve retratado en la poesía de un chileno, paraguayo o argentino como si lo hiciera con su compañero de la esquina. Frecuentemente y durante algún tiempo, ni siquiera conoce su nacionalidad. Esta inmediatez de la comunicación que representa Internet hace que las influencias mutuas viajen a la velocidad de la luz y, a su vez, favorece que se formen nuevos grupos evolutivos en poesía que apenas se conocen si no es a través de sus propias producciones literarias. Los autores terminan reuniéndose según sus "afinidades electivas", como en el famoso título de la novela de Goethe. Lejos del rechazo que hasta hace poco tiempo sentían los poetas consagrados para ofrecer sus obras en la red, en la actualidad Internet ha entrado de lleno en ese selecto mercado. Porque es notorio que un libro de poesía tiene muchos miles o cientos de miles de potenciales lectores en este medio, cuando frecuentemente y en el mejor de los casos, la poesía en papel no pasaría de varios centenares. Hoy por hoy, hay en Internet muchos miles de blogs literarios, páginas web, foros de opinión, etc. que ofrecen al lector su producciones. Tantos, que frecuentemente no dejan ver la luz a través de sus sombras, pero entre tanta hojarasca uno se encuentra frecuentemente con la sorpresa de encontrar un poeta. Sencillamente, la publicación en Internet, tanto sea en un blog o bitácora para los hispanohablantes, como en un E-book o libro electrónico, ya no es el futuro sino el más riguroso presente. El aldabonazo de las conciencias editoriales lo dio definitivamente Stephen Hawking con su Historia del Tiempo vendiendo varios millones de ejemplares en su formato E-book en pocos meses.
              Pero lo que realmente ha aportado Internet ha sido un nuevo concepto de la poética revolucionando la retórica clásica más allá del propio lenguaje o superando el lenguaje. Es decir, más allá de los tropos y figuras retóricas clásicas propias del llamado lenguaje poético, Internet ha añadido su propia retórica. La versatilidad del medio ha dado lugar a nuevos preceptos formales, introduciendo el sonido, el movimiento del verso, el color, la disposición versal, etc., como aditamentos de gran valor polisémico dando lugar a una pequeña revolución de la poesía. Definitivamente, Internet a venido a hacer presente y lícito lo aconvencional. Numerosos ensayos, artículos e incluso tratados de Teoría de la Literatura han estudiado este universo de la forma que yo llamo aconvencional y que desde la libertad creativa viene buscando nuevos caminos estéticos desde los últimos 100 años. Sin duda, desde las vanguardias de los años 20 del pasado siglo se ha gastado mucho papel, mucha tinta y mucha experimentación estética hasta llegar a colocar la disposición versal en los últimos límites de la retórica. Pero con Internet, muchas escuelas han renacido y han encontrado su medio idóneo. Por no alargar demasiado este prólogo, sólo cito los movimientos poéticos que vienen revitalizándose con estas nuevas técnicas: el concretismo, el letrismo, el espacialismo, la poesía evolutiva, el cinetismo, la poesía fonética, el conceptualismo, la poesía cibernética, la poesía semántica, la poesía biblioclasta, la poesía sonora, la poesía visual y un largo etcétera han encontrado en Internet su medio propio. Un medio que se diría inventado para ellos. En muchos casos estos intentos no han pasado de ser verdaderos cul de sac que pueden no llevar a ninguna parte, pero otros, tomando tal vez como base la poesía visual han conseguido y vienen consiguiendo importantes logros. Pero también se ha puesto de manifiesto que la mayoría de la poesía de Internet, o que se publica en Internet, para muchos, muchísimos sólo ha llegado a ser un divertimento, una especie de terapia de la soledad para desocupados, a los que no les preocupa tanto la calidad como la calidez de ser acogidos como amigos o compañeros en un determinado grupo humano. La falta de la más absoluta preparación técnica ha llevado a muchos a llamar poesía a cualquier cosa, haciendo del Internet literario un galimatías absolutamente heterogéneo. Pese a las buenas intenciones, el resultado es un terminal que a veces puede parecerse bastante a un basurero poético. Pero junto ha estos existe una una selección de verdaderos poetas.
              Sin embargo y tomando prestado un título de Borges, sigue existiendo la "sacralidad de libro" en papel. Para un poeta su poesía es un libro, incluso con sus conocidas limitaciones. Un libro sagrado, como lo concebiría Borges en sus conferencias charlas sobre la cabala.
             Lo primero que me ha llamado la atención en la lectura de En la ebriedad del bosque ha sido la comunión de las coordenadas íntimas de sus autores. La aparente disparidad regional, con cuatro poetas de dos continentes y cuatro nacionalidades diferentes, aparece en este libro como una pura anécdota. No es necesario que añada que muchos de los poemas de este libro han sido concebidos y, algunos, publicados en Internet. Se trata, pues, de poetas que publican en Internet parte de su producción literaria, aunque otra parte esté asentada en el libro clásico y colocada en los anaqueles de alguna biblioteca. Me consta, obviamente, que esta antología fue concebida por sus autores, primero, como un alegato en defensa del verso acentual. No se trataba de desechar otros ritmos. De lo que se trataba era de defender aquél, como vehículo adecuado para crear esa belleza del lenguaje que un lector puede percibir como eso que conocemos con el hermoso nombre emoción poética. Creo que todos estamos de acuerdo en que sin ritmo no hay poesía. Y que la emoción artística que produce la comprensión o la resonancia de lo poético en el lector, nada tiene que ver con el sentimiento que pueda surgir ante la lectura de una prosa por muy poética que esta sea. Yo, como muchos, nunca he creído en el panteísmo de la poesía y estimo que la poesía reside en ese adecuado mensaje que muchos lingüístas tratan afanosamente de desentrañar y al que dan el rimbombante apellido de lenguaje poético. O tal vez, como dijo otro autor, la poesía resida en ese silencio que queda después de quitarle las palabras al poema. Sin duda, un profundo pensamiento.
              Yo tengo que decir que me he emocionado ante la lectura de muchos de los poemas de este libro y que para mí son poesía. Sin embargo, se hace evidente, con un somero ojeo a estas páginas, que el guiño a lo visual está presente. Lejos de algunas poéticas del momento, los cuatro autores basan la suya en un entronque clásico pero en el que no deja de percibirse una lucha por una vaga perversión del metro y de la estrofa. No se encontrará, sin embargo, nada que huela a versolibrismo estricto en este libro. La retórica clásica es la fuente de la que se nutren sus poemas. Sin negar la vigencia del coloquialismo y prosaísmo como herramientas retóricas lícitas en poesía, ellos prescinden voluntariamente de ellas. El epigonismo de Bukowski y Carver, tan extendido en nuestros días, o no ha contaminado a nuestros autores o sencillamente lo rechazan. Ajenos al sucismo en boga, su poesía reivindica de nuevo los temas trascendentes, que se tratan de modo sencillo, sin la impostura y el engolamiento de otros autores.
              En definitiva, en este libro se tiende un lejano puente de regreso al inmediato pasado y se tratan de revitalizar las recetas de siempre con formatos actuales. Y creo que se ha conseguido. Habrá otros intentos válidos, pero éste es el de los cuatro autores del libro.

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